El pasado sábado día 21 de mayo estuve en el DF (como le llaman aca a ciudad de México). Fui a recoger a mi primera visita de España, por lo que era la ocasión perfecta para quedarnos unos días por la ciudad antes de regresar a Puebla. La ciudad en principio me daba miedo ya que sólo la había visto desde el aire y había salido de ella en coche, dirección a Puebla, lo que se tarda casi una hora. Es una ciudad extensa, muy extensa, que parece que no acaba nunca. La sensación es que “una sabana de casas y calles” ha caído sobre el terreno, ya que los nuevos barrios se implantan respetando la topografía del terreno, por imposibilidad económica de realizar obras de urbanización de envergadura. Pero todo cambia cuando la paseas y la sientes. Es México, muchas cosas comunes con Puebla: La presencia de gente en las calles, negocios que invaden todo, la música y el ruido presente en cualquier rincón… Quizás lo que más me sorprendió fue que la ciudad tiene un problema muy importante de hundimiento, ya que se asienta en el lecho de un antiguo lago y muchas calles y edificios se están hundiendo casi de la mano, no se puede percibir en las fotos, pero cuando se esta en frente viéndolo es impresionante. También fuimos a ver los murales de Diego Rivera en la Subsecretaria de Educación y son muy variados, siempre reivindicativos y reproduciendo imágenes de la vida cotidiana de los mexicanos, con una integración total de los indígenas en sus pinturas.
La primera noche nos fuimos a la Plaza Garibaldi, donde los Mariachis hacen de las suyas y si les pagas un poco te cantan canciones típicamente mexicanas. La verdad es que la plaza me decepcionó un poco, han ejecutado un edificio moderno en su lado este que no esta nada “bien resuelto”, consigue descontextualizarte y que no te integres en la imagen que esperas de ese espacio. Lo que me gusto mucho fue la casa museo de Frida Kalo, que esta en barrio al sur de la ciudad, la casa es un remanso de paz donde Frida vivió sus años más duros tras su accidente y los últimos años de su vida, como no dejaban hacer fotos del interior os muestro una de un pequeño estanque del jardín donde un gato bebía agua observado a su derecha por el rostro de una escultura prehispánica.
El domingo fuimos a Teotihuacan, una ciudad prehispánica que esta a unos 50 km al norte del DF. Los edificios más sorprendentes son las pirámides del sol y de la luna, la primera de ellas dicen que es la tercera más grande del mundo después de la de Keops (en El Cairo) y la de Cholula, que es una ciudad muy cerquita de Puebla, de la que quedan sólo restos de la base. La visita fue muy interesante, mucho calor, pero subir a la pirámide del sol, sentarse allá arriba, ver en entorno y no pensar nada te llena de energía.
El lunes antes de regresar a Puebla dimos un paseo por alguno de los barrios de la ciudad: los que se sitúan al sur como Condesa, Roma que son muy distintos entre si. Comimos en un bar que se llama “La Cervecería del Barrio”, del que hay varios locales por el barrio, en el que nos pedimos un ceviche que estaba muy muy rico, que junto a un par de cervezas Pacíficio, me dejaron un sabor de la ciudad muy bueno con ganas de volver.
La semana pasada la pasé en Puebla un poco liado con las clases a los alumnos del Programa de Doctorado, que me las agruparon en el último momento y eso me obligo a encerrarme un poco para prepararlas. Pero termine el viernes y desde el sábado estoy en mi semana de vacaciones, hemos rentado un auto y hemos visitado las ciudades de la plata, que están al norte del DF: Queretaro, San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo y Guanajuato, donde me encuentro ahora escribiendo este mensaje, espero tener un ratillo para contaros lo vivido en estas ciudades.
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