lunes, 4 de julio de 2011

PUERTO ESCONDIDO



Vaya lugar maravilloso, ya me ha sorprendido desde el avión y después de disfrutarlo sólo espero que pueda continuar siendo lo que su nombre indica un “Puerto Escondido”. Os voy a ir poniendo fotos que he tomado el sábado y el domingo que creo os dará una idea más real de lo que os cuento.

Y os preguntaréis que es lo que me ha traído hasta este lugar, pues al igual que mi primera escapada individual de Puebla está que será la última de mi estancia en México se debe a los recuerdos del viaje que hice con Sepe, José y Pablo hace tres años a la parte sur de este país. En aquel viaje en varias ocasiones nos planteamos la posibilidad de acercarnos a la costa del Pacífico Mexicano, que parecía que se había salvado de las macro urbanizaciones de otros litorales.


Siempre he mantenido esa curiosidad y necesidad de empaparme en un litoral más limpio, sin mucha actividad humana y en el que creo que el cuerpo se llena de energía y calma. En principio me plantee venir en autobús, pero desde Puebla son 12 horas y por carreteras de montaña, por lo que me aconsejaron que tomara un avión. Hace unas semanas me compre un billete de avión desde ciudad de México hasta Puerto Escondido, en principio me venía el viernes pero la llegada se tuvo que retrasar por los efectos colaterales del huracán Alex, el primero de la temporada en el Golfo de México. El huracán que no ha sido tan devastador como parecía provoco muchas lluvias en Puebla y México DF, afectando a la carretera con conecta ambas ciudades y no pude llegar al DF hasta el sábado por la mañana. Después de un vuelo en un avión de hélices, igualito a los de Airnostrum de Almería. La llegada fue muy bonita a un mini aeropuerto y un pueblo muy controlable.


Estoy alojado en el Hotel Arcoiris, en la playa de Zicaleta de Puerto Escondido. Playa que es conocida por sus legendarias olas a las que se llama “el tubo mexicano”, por lo que esta plagado de surfistas de todo el mundo. Pese a ser un destino esencialmente de americanos es my agradable la estancia por sus playas, se percibe un ritmo muy pausado y las playas son muy disfrutables, aunque hay que tener mucho cuidado con las corrientes, que dan más de un susto a los atrevidos. 


En la ciudad, de 30.000 habitantes, el verde esta presente en todos lados, es una vegetación exuberante, llena de cocoteros y plantas tropicales (flor de paraíso...).


Quería haber estado dos noches pero ya tenía reserva en el Hotel El Copal en Mazunte, un pequeño pueblo a unos 50 kilómetros al sur de Puerto Escondido. El viaje hasta el cruce de Mazunte ha sido otro disfrute, por unas carreteras rodeadas de verde y de vez en cuando cruzando ríos llenos de aguas rojas, por el arrastre de tierras que han provocado las recientes lluvias. 


Y ya en el cruce tenía que tomar un Taxi o una Camioneta y después de varios desacuerdos con los taxistas me he montado en una camioneta, es una manera muy divertida de viajar. Es una camioneta de esas que vemos en las películas americanas en las que en la parte de atrás (que esta descubierta) ponen unos asientos y hay te metes entre mexicanos. Hoy comentan lo mal que esta la economía y su incertidumbre sobre los efectos de la imparable subida de a gasolina (que acá cuesta la mitad que en España, pero no se entiende teniendo en cuenta que es un país productor de petróleo). Si puedo en mi regreso repetiré esta experiencia tan particular.

En estas playas del entorno de Mazunte hasta que se prohibió la caza de tortugas en 1990 se realizaban auténticas carnicerías de tortugas en las que mataba a casi 50.000 ejemplares para comercializar su carne y sus caparazones. Afortunadamente esa práctica ya ha desaparecido y ahora viven del turismo sostenible.

Concretamente mi hotel, que esta un poco alejado del pueblo, se ubica en un lugar privilegiado; en una colina inmerso en la selva y frente al mar, frente a una cala casi desértica, con unas vistas y sonidos del pacífico que difícilmente se me olvidaran. Este hotel es ecológico, en el que el respeto de la naturaleza es esencial. La luz se consigue con  placas solares, no hay agua caliente (que tampoco es necesaria por el clima), y los residuos son nulos. Las duchas están en el exterior, en plena naturaleza disfrutando de las vistas del bosque y la playa. Merece mucho la pena la experiencia. En la foto el hotel son las cabañas que podéis ver entre la vegetación.


Anoche cene en el restaurante del hotel, ya que la distancia y el clima; estaba a punto de empezar a caer el diluvio, ya se escuchan los truenos, que al final se quedo en una noche de truenos y rayos que iluminaban el cielo. Me quede sólo en la terraza del restaurante hasta las diez de la noche, donde tienen un sofá desde el que disfrute de las imágenes, acompañado de luciérnagas que me rodeaban por todos lados. Hacia muchos años que no veía estos diminutos y luminosos insectos que me dejan atontado. Tengo la sensación de estar en el paraíso y desde este, mi paraíso particular, por dos días me despido. 


Aunque creo que con la luz del día tomare fotos que necesitare compartir y además Mazunte y El Copal se merecen sus propios comentarios.

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