Vaya
lugar maravilloso, ya me ha sorprendido desde el avión y después de disfrutarlo
sólo espero que pueda continuar siendo lo que su nombre indica un “Puerto
Escondido”. Os voy a ir poniendo fotos que he tomado el sábado y el domingo que
creo os dará una idea más real de lo que os cuento.
Y os
preguntaréis que es lo que me ha traído hasta este lugar, pues al igual que mi
primera escapada individual de Puebla está que será la última de mi estancia en
México se debe a los recuerdos del viaje que hice con Sepe, José y Pablo hace
tres años a la parte sur de este país. En aquel viaje en varias ocasiones nos
planteamos la posibilidad de acercarnos a la costa del Pacífico Mexicano, que
parecía que se había salvado de las macro urbanizaciones de otros litorales.
Siempre
he mantenido esa curiosidad y necesidad de empaparme en un litoral más limpio,
sin mucha actividad humana y en el que creo que el cuerpo se llena de energía y
calma. En principio me plantee venir en autobús, pero desde Puebla son 12 horas
y por carreteras de montaña, por lo que me aconsejaron que tomara un avión.
Hace unas semanas me compre un billete de avión desde ciudad de México hasta
Puerto Escondido, en principio me venía el viernes pero la llegada se tuvo que
retrasar por los efectos colaterales del huracán Alex, el primero de la
temporada en el Golfo de México. El huracán que no ha sido tan devastador como
parecía provoco muchas lluvias en Puebla y México DF, afectando a la carretera
con conecta ambas ciudades y no pude llegar al DF hasta el sábado por la
mañana. Después de un vuelo en un avión de hélices, igualito a los de
Airnostrum de Almería. La llegada fue muy bonita a un mini aeropuerto y un
pueblo muy controlable.
Estoy
alojado en el Hotel Arcoiris, en la playa de Zicaleta de Puerto Escondido.
Playa que es conocida por sus legendarias olas a las que se llama “el tubo mexicano”, por lo que esta
plagado de surfistas de todo el mundo. Pese a ser un destino esencialmente de
americanos es my agradable la estancia por sus playas, se percibe un ritmo muy
pausado y las playas son muy disfrutables, aunque hay que tener mucho cuidado
con las corrientes, que dan más de un susto a los atrevidos.
En la ciudad, de
30.000 habitantes, el verde esta presente en todos lados, es una vegetación
exuberante, llena de cocoteros y plantas tropicales (flor de paraíso...).
Quería
haber estado dos noches pero ya tenía reserva en el Hotel El Copal en Mazunte,
un pequeño pueblo a unos 50 kilómetros al sur de Puerto Escondido. El viaje
hasta el cruce de Mazunte ha sido otro disfrute, por unas carreteras rodeadas
de verde y de vez en cuando cruzando ríos llenos de aguas rojas, por el
arrastre de tierras que han provocado las recientes lluvias.
Y ya en el cruce
tenía que tomar un Taxi o una Camioneta y después de varios desacuerdos con los
taxistas me he montado en una camioneta, es una manera muy divertida de viajar.
Es una camioneta de esas que vemos en las películas americanas en las que en la
parte de atrás (que esta descubierta) ponen unos asientos y hay te metes entre
mexicanos. Hoy comentan lo mal que esta la economía y su incertidumbre sobre
los efectos de la imparable subida de a gasolina (que acá cuesta la mitad que
en España, pero no se entiende teniendo en cuenta que es un país productor de
petróleo). Si puedo en mi regreso repetiré esta experiencia tan particular.
En estas
playas del entorno de Mazunte hasta que se prohibió la caza de tortugas en 1990
se realizaban auténticas carnicerías de tortugas en las que mataba a casi
50.000 ejemplares para comercializar su carne y sus caparazones.
Afortunadamente esa práctica ya ha desaparecido y ahora viven del turismo sostenible.
Concretamente
mi hotel, que esta un poco alejado del pueblo, se ubica en un lugar
privilegiado; en una colina inmerso en la selva y frente al mar, frente a una
cala casi desértica, con unas vistas y sonidos del pacífico que difícilmente se
me olvidaran. Este hotel es ecológico, en el que el respeto de la naturaleza es
esencial. La luz se consigue con placas solares, no hay agua caliente (que tampoco es
necesaria por el clima), y los residuos son nulos. Las duchas están en el
exterior, en plena naturaleza disfrutando de las vistas del bosque y la playa.
Merece mucho la pena la experiencia. En la foto el hotel son las cabañas que
podéis ver entre la vegetación.
Anoche cene en el restaurante del hotel, ya que la distancia y el clima; estaba a punto de empezar a caer el diluvio, ya se escuchan los truenos, que al final se quedo en una noche de truenos y rayos que iluminaban el cielo. Me quede sólo en la terraza del restaurante hasta las diez de la noche, donde tienen un sofá desde el que disfrute de las imágenes, acompañado de luciérnagas que me rodeaban por todos lados. Hacia muchos años que no veía estos diminutos y luminosos insectos que me dejan atontado. Tengo la sensación de estar en el paraíso y desde este, mi paraíso particular, por dos días me despido.
Aunque creo que con la luz del día tomare fotos que necesitare compartir y además Mazunte y El Copal se merecen sus propios comentarios.
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