La playa principal de Mazunte esta plagada de actividad, desde bares y restaurantes con sus mesas y sillas en la arena, a muchachos con tablas practicando una especie de windsurf, pero que entran corriendo desde la playa, pescadores cuidando y reparando sus redes.
También un padre mostrando y enseñando a sus hijos los trucos y recomendaciones para aprender a manejarse con seguridad en un mar con muchas olas, como el del Pacífico.
Los originales del pueblo mantienen sus tradiciones, entre la que se encuentra la pesca, muchos se acercan a los acantilados desde donde pescan unos peces que se parecen a los peces espada chicos (no se como se denominan acá). La imagen de estos hombres y mujeres entre las rocas, casi verticales, impresiona realmente. La zona mejor para esa pesca son los acantilados de Punta Cometa, que es la que se encuentra más al sur de todo México. El acceso a este lugar se realiza por un sendero precioso en el que el comienzo esta repleto de vegetación, hasta que de pronto aparece el mar. Es un lugar al que también se suele acudir para ver las puestas de sol.
Los originales del pueblo mantienen sus tradiciones, entre la que se encuentra la pesca, muchos se acercan a los acantilados desde donde pescan unos peces que se parecen a los peces espada chicos (no se como se denominan acá). La imagen de estos hombres y mujeres entre las rocas, casi verticales, impresiona realmente. La zona mejor para esa pesca son los acantilados de Punta Cometa, que es la que se encuentra más al sur de todo México. El acceso a este lugar se realiza por un sendero precioso en el que el comienzo esta repleto de vegetación, hasta que de pronto aparece el mar. Es un lugar al que también se suele acudir para ver las puestas de sol.
El hotel El
Copal, donde me aloje se ubica en la playa Mermejita, a un kilómetro al norte
de Mazunte. Es una cala casi desierta, en la que además del hotel únicamente existen
unas cuantas cabañas que son viviendas privadas. En la playa de vez en cuando
se ve a alguien pasear a lo largo de la playa o bañarse, su longitud es de casi
un kilómetro lo que permite unos paseos al amanecer y atardecer muy agradables.
Además bañarse en esta agua del Pacífico, que esta a una temperatura perfecta ha
sido un placer. En la mayoría de los baños los únicos compañeros han sido los
cangrejos que, cuando te tumbabas o quedabas quieto, empezaba a asomarse y
salir de sus pequeños agujeros llenando la playa de pequeños rastros con sus
rápidos y laterales movimientos.
Los
atardeceres son impresionantes, la pena es que casi todos los días hubo nubes y
no pude ver el sol ocultarse en el horizonte, pero si un poco más arriba, tras
las nubes, pero la sensación era igual de imponente.
Todos los
pequeños pueblos de esta costa de México son chiquitos y se dedican a un
turismo que, evidentemente, no es de masas en el que predominan los mochileros.
En casi todos los pueblos abundan los alojamientos de muy bajo coste, en los
más baratos se duerme en hamacas junto a la playa, dudo un poco de la comodidad
de estas “camas”, pero hay muchos mexicanos que si están acostumbrados.
El hotel
es ecológico, por lo que respeta plenamente el entorno natural en el que se ubica,
como podéis percibir en las fotos. La energía solar proviene de placas solares
que se ubican en la misma propiedad. En las habitaciones únicamente hay un
punto de luz, no hay enchufes, y te recomiendan usar velas para consumir la
menos energía posible. En el restaurante hay un único enchufe para recargar los
celulares (que no es muy necesario ya que no ha cobertura) o los portátiles
(que aca las llaman lap-top). Todos los residuos se reciclan “in sity”. Quizás
en este sentido lo que más me ha sorprendido es lo que aquí denominan el “wc
seco”, que consiste en un inodoro en el que los residuos se convierten en abono
natural. Todo consiste en que cada vez que se utiliza en vez de agua se ha de
verter un poco de ceniza y de serrín, que colocan en unos cubos al lado del
inodoro. Espero que las huellas que haya dejado allá sean, únicamente, las que se ven en la imagen.
Los
desayunos en el restaurante se eterizaban ya que no me quería ir de esa terraza
cubierta de palapas, en el que corría una brisa refrescante y el café
sabia a gloria.
Pero el
regreso era obligatorio y el avión desde Huatulco no me permitía retrasar la partida,
que si lo hubiese podido realizar no dudéis que hubiese alargado la estancia un
poco mas. El regreso era a México DF donde me esperaba un amigo mexicano que
conocí en Almería y me invito a cenar y dormir esa noche en su casa. A la mañana
siguiente, el miércoles 6 de julio, regrese a Puebla en autobús e impartí mi penúltima
clase del Curso, en esta ocasión sobre protección del patrimonio edificado.
Este fin
de semana ando, de nuevo en Guanajuato, ya que he venido aca con mis últimas
visitas españolas, y mañana nos vamos a los pueblos del entorno del lago de Paztcuaro
y luego a dormir a la ciudad de Morelia, ciudad que es Patrimonio de la
Humanidad. Ya estoy inmerso en la última semana de esta aventura, así que muy pronto nos veremos por allá.
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